Gracias,
pero...
“Los
logros alcanzados por esta revista han sido el producto del esfuerzo de
un reducido y pujante grupo de hombres y mujeres unidos por la pasión
de comunicar. Precisamente esto es lo que el Senado viene a celebrar y
a reconocer”.
Ese puñado de palabras está asentado en los considerandos
de la Resolución 01/2005, del 1° de marzo pasado, emitida por
la cámara. La iniciativa fue impulsada por el senador Guillermo
Raúl Jenefes y compartida por ese cuerpo deliberativo, que manifestó
“su beneplácito y adhesión a la celebración
de las 100 ediciones de la publicación mensual ‘Radio y Televisión
Americana’, reconociendo su trayectoria y su compromiso editorial
con la libertad de expresión y el pluralismo”. La edición
anterior de R&TA ofreció a sus lectores un repaso y la ratificación
del compromiso volcado en estas páginas durante 100 números.
Aquel editorial prometió continuar por la misma senda, la de las
propuestas y reclamos que, consideramos, desde los estamentos de decisión
de los poderes republicanos deben aún respuestas a la sociedad
toda en materia de comunicación.
Aquel editorial prometía:
Insistir con el reclamo de una multiplicidad de medios de comunicación
distribuidos representativa, equitativa y pluralmente entre todos los
actores de la República.
Reiterar el pedido de una nueva ley de Radiodifusión que sepulte,
de una vez y para siempre, la rémora de la 22.285, heredada de
la última dictadura e increíblemente aún en vigencia;
aunque cada vez se respete menos.
Proclamar nuevamente que los medios de comunicación son el más
formidable vehículo de educación y cultura del que puede
disponer un país, porque está al alcance de la enorme mayoría
de la gente, sea cual fuere su condición social, poder adquisitivo
o grado de instrucción.
Repetir hasta el cansancio que la comunicación es uno de los principales
derechos humanos. Que el acceso a la información es irrenunciable
y que la sociedad en su conjunto tiene derecho a saber sobre lo que le
interesa, más allá de lo que le quieran contar.
Ratificar que todas las expresiones sociales, políticas, religiosas,
ecologistas, que provienen de organizaciones no gubernamentales, culturales,
artísticas, educativas, deportivas, entretenimiento, variedades
o de organismos del Estado, deben tener su espacio.
Reconocer que los medios de comunicación son, básicamente,
actividades empresarias. Pero que no pueden regirse exclusivamente por
la lógica empresaria de los dividendos económicos, porque
lo que subyace en su intrínseca razón de ser es mucho más
importante que una cuenta matemática.
Pontificar sobre la necesidad de la regularización y legalización
de todos los medios que funcionan al amparo de una clandestinidad tolerada
desde los estamentos de poder.
Los medios que tienen historia y méritos acumulados a lo largo
de muchos años tienen derechos adquiridos y, ciertamente, no son
iguales a aquellos que impulsados por advenedizos, bastardean y menosprecian
las calidades y las necesidades de la gente.
Y también peticionar, pública y visceralmente a las autoridades,
para que establezcan de una buena vez políticas de Estado (esas
que exceden a los Gobiernos de turno, porque representan a la sociedad
en su conjunto y a un núcleo de coincidencias básicas que
hacen posible que la Argentina, mal que mal, siga siendo un país).
En medio de ese clima de satisfacción y ratificación de
compromisos, llegó este reconocimiento del Senado de la Nación.
Un reconocimiento que nos llena de orgullo, que nos reconforta y nos fortalece
en esa sensación de estar haciendo un trabajo serio, digno y honesto.
“A lo largo de estos diez años esta publicación ha
sido testigo de todo lo que ha pasado en el campo de la radiodifusión
y las telecomunicaciones. Ha contado, a su modo y con su propia visión,
los importantes hechos que hicieron la historia de nuestros medios. Por
cierto, se podrán compartir algunas de sus opiniones y disentir
con otras. Pero si hay algo que no ofrece dudas es que en todos los casos
el periódico ha expresado su punto de vista en forma independiente”,
resume la resolución parlamentaria.
El sentido profundo de esas palabras nos representa. Pero lejos de tomarlo
como una lisonja, como un elogio capaz de modificar nuestra sensibilidad,
apelamos, precisamente, a ella. R&TA tiene el deber autoimpuesto de
expresar dos sentimientos:
1 - Por un lado, la enorme gratitud para quienes reconocen y valoran nuestro
trabajo. Entendemos que se trata, antes que un halago, de un nuevo compromiso,
cada vez mayor, con nuestros lectores y con la verdad.
2 - Por el otro, como aval a nuestra línea editorial, es preciso
insistir ante ese mismo Senado, en la necesidad de legislar en beneficio
de la radiodifusión, esto es de la sociedad toda. Vaya paradoja:
el Senado reconoce nuestra tarea, y R&TA le pide que apriete el acelerador
para sancionar las leyes que pedimos desde estas páginas y que
hoy nos valen esta mención.
No podría ser de otra manera. Hay una línea de conducta
con una década de historia. Estamos orgullosos de ella.
Y nuevamente, gracias a todos los que nos siguen apoyando.
Ruben
S. Rodríguez
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