En
el contexto de la polemica con el Gobierno Nacional
El
vocero del cardenal Bergoglio calificó de “serviles”
a los medios
La
polémica entre el Gobierno y la Iglesia Católica sumó
a un nuevo actor social: la prensa.
El vocero del cardenal porteño Jorge Bergoglio, el presbítero
Guillermo Marcó, criticó a los medios por su “autocensura”
en el programa de TV por cable “La Hora de Maquiavelo”.
El sacerdote presentó su renuncia horas después de la grabación
de la entrevista pero fue rechazada por Bergoglio. En el reportaje aseguró
también que, en los temas vinculados a la Iglesia, la prensa siempre
fue “servil al gobierno de turno”
El presidente Néstor Kirchner había tildado elípticamente
a Marcó de diabólico, por opinar que su presidencia es peligrosa
para el país, por sembrar odios y divisiones con su política
de revisar la historia de la cruenta década del 70.
Por su parte, el ex jefe de prensa del Arzobispado porteño explicó
que en los últimos meses había recibido muchas menos consultas
por parte de los periodistas debido a una autocensura que estarían
ejerciendo los medios.
Si bien Marcó afirma que habla a título personal, el gobierno
entiende que lo hace impulsado por Bergoglio y con el aval de la Iglesia.
El origen del enfrentamiento es el intento de reforma constitucional de
la provincia de Misiones, donde el gobernador Carlos Rovira, con apoyo
de Kirchner pretende modificar la constitución para obtener la
reelección indefinida. La Iglesia local, con el aval explícito
del cardenal Bergoglio, se opone a ese intento del gobernador, al que
acusa de antidemocrático y autoritario.
Marcó había señalado que la reforma de la constitución
de Misiones “no es un tema que le importe a algunos” y que
persigue “un deseo de reformar una constitución solamente
para un artículo que lo beneficie” al actual Gobernador.
”Los argentinos tenemos que tratar de solucionar algunos problemas
del pasado mirando al futuro como instancia superadora, que es la del
amor. Porque, si no, estamos alentando odios y levantando el dedo acusador”,
opinó el vocero episcopal. Y siguió: “Me parece que
hay una responsabilidad mayor, porque si un dirigente fomenta una cierta
división, termina siendo peligroso para todos”, añadió.
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