La
construcción de la ciudadania a través de los medios
Los
medios de comunicación, especialmente los audiovisuales, recuperaron
-al menos provisoriamente- una faceta de su razón de ser que parecían
olvidada: la educacional.
En las recientes elecciones presidenciales que transformaron a la «primera
dama» en «primera magistrada», la radio y la televisión
no sólo no tuvieron responsabilidad en las irregularidades que
se registraron durante la votación, sino que intentaron reducir
esos riesgos y minimizar las posibilidades de error de los votantes.
Implosible será saber si lo consiguieron en todos los sectores
de la sociedad. Si algo tiene de bueno el cuarto oscuro es que lo que
cada ciudadano coloca dentro del sobre es su decisión, y sólo
él la conoce. Por eso no habrá posibilidad alguna de determinar
si las instrucciones sobre cómo cortar boleta, qué cargos
votar, cómo evitar la impugnación del sufragio y de qué
forma expresar efectivamente la opción cumplieron con su cometido.
En todo caso, es otra discusión. Porque lo que realmente interesa
en este caso es lo que los medios se atrevieron a hacer, acaso más
como una necesidad que impulsados por una convicción, por una irrefrenable
fe democrática. Instruir a los electores sobre cómo votar
es, mirado desde una óptica pedagógica, educar. En otras
elecciones la falta de instrucción fue el caldo propicio para confundir
a los electores. No sabemos si la instrucción en éstas aventó
la confusión, pero sí está claro que no faltó
instrucción.
No es poco, en una sociedad cada vez menos informada de la Argentina real.
El ejemplo de las elecciones debería ser aplicable a otras instancias
de la vida nacional. Al ciudadano medio le cuesta entender cómo
se elabora una ley, cómo funciona la justicia, qué derecho
tiene como consumidor, de qué manera defenderse ante los abusos
del poder, qué es un “defensor del pueblo”, para qué
sirven los entes reguladores (suponiendo que sirvan para algo), qué
dice la Constitución en materia de “deberes, derechos y garantías”.
Los medios de comunicación, que son empresas y como tales buscan
un beneficio económico, cuanto más abultado mejor, deberían
ocuparse de esas cuestiones. Explicar, advertir, alertar... en síntesis:
informar para formar. Una ecuación básica que resume en
pocas palabras el principio elemental de la educación.
Muchas veces hemos dicho desde estas páginas que las tres vertientes
fundamentales de los medios de comunicación son informar, formar
y entretener. También hemos repetido que informar implica un esfuerzo
por “informarse”, formar es estar comprometido; con lo que
sólo queda entretener, que es sencillo y, además, muy redituable.
En términos económicos y también por la inmediatez
de los réditos.
Si la experiencia de las elecciones sirve para algo es que (más
allá de las obvias consecuencias políticas que implica la
victoria de un candidato sobre otro, la elección de un modelo determinado),
en la Argentina que se viene la instrucción debería ser
una prioridad. Y los medios de comunicación, también lo
hemos repetido hasta el cansancio, son el elemento más formidable
para transmitir conocimientos, pluralidad, democracia, soberanía,
ciudadanía.
Sólo si esta ecuación arroja resultados propicios habremos
demostrado, como sociedad, que aprendimos –acaso algo tarde- qué
es ser “ciudadanos”. Los medios debemos contribuir, desde
nuestras pacíficas trincheras, a construir ciudadanía más
allá de la contingencia de una elección. Este es el segundo
periodo mas largo en continuidad democrática, debemos superarlo,
para que el “nunca mas” sea una realidad.
Votar es fundamental para la democracia. Pero no hay democracia si sólo
se limita al voto. Los medios de comunicación debemos transmitir
ese mensaje. Y comprometernos con él cada uno de los días
de nuestras vidas.
Ruben
S. Rodríguez
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