El
futuro del canal porteño
Ciudad
abierta, puertas cerradas
El
flamante jefe de gobierno Mauricio Macri anunció el cierre de la
señal por su elevado presupuesto y la falta de rating. Las reacciones
no se hicieron esperar: trabajadores y representantes de la industria
se movilizan para evitar el desenlace.
En
julio de 2003 aparecía Ciudad Abierta, un canal que pretendía
representar a los porteños desde su pantalla. Varias fueron las
ideas que circularon por la señal que sin embargo nunca terminó
de definir su estilo.
Ahora, está en el foco de un fuerte debate y no precisamente por
sus producciones sino porque el flamante jefe de gobierno, Mauricio Macri,
anunció que cerrará el canal porque “gasta 14 millones
de pesos” y “fue hecho para darles trabajo a los amigos del
Gobierno de la Ciudad”.
El bajo rating también fue otro de los motivos que esgrimió
el empresario a la hora de justificar el cierre. “No lo ve nadie”,
remató.
En una carta enviada a la redacción de RTA y que fue difundida
por La Nación, la directora artística de la señal,
Cecilia Hecht, aseguró que “no ha habido hasta el momento
ninguna comunicación formal relativa a su cierre” y que sólo
cuentan “con trascendidos de prensa que generan preocupación
en quienes día a día defienden su trabajo con trabajo, y
sostienen la programación en un clima de incertidumbre”.
“Respecto de la tan comentada cuestión presupuestaria-prosiguió-,
de los 7.786.968 pesos finalmente asignados para el ejercicio 2007, del
ejecutado a la fecha un 22% fue destinado a la compra de bienes (equipamiento
técnico) y un 78% a la producción y emisión”.
En declaraciones a Pagina /12, Hecht afirmó que Macri debería
rever “su posición” ya que “por empezar, el canal
no tiene un presupuesto de 14 millones de pesos anuales como dijo sino
de 12. Incluso, señaló equivocadamente que el canal gastaba
un millón de pesos por mes, cuando en realidad gasta en promedio
550 mil pesos por mes, la mitad”.
Asimismo, precisó que el jefe de gobierno “hizo un análisis
erróneo del presupuesto y del rating. Creer que el rating es el
único parámetro para evaluar un canal público es,
como mínimo, un error. Lo único que mide es la exposición
de un televidente a una determinada programación para definir la
pauta publicitaria. No mide la calidad de su programación, ni el
servicio social que cumple en el seno de una comunidad. No es la medida
de eficiencia de un canal público que no apunta al consumo. ¿Qué
tiene que ver construir ciudadanía con el rating? De todas maneras,
aun dándole crédito a ese razonamiento, Ciudad Abierta tiene
el 0,2 de rating, la misma audiencia que Canal (á), una señal
que está instalada en el mercado desde hace mucho tiempo”.
Cuando se conoció la noticia, no sólo trabajadores y directivos
del canal salieron en su defensa, frente a la posibilidad del cierre.
También lo hicieron diversas entidades y personalidades de la cultura
y el espectáculo. El director de Encuentro, Tristán Bauer,
Mariano Cohn, primer director artístico de Ciudad Abierta junto
al cineasta Gastón Duprat, el periodista Jorge Halperín,
representantes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE),
la asociación argentina de actores y la Central de trabajadores
Argentinos (CTA) fueron algunos de ellos.
En un comunicado, ATE se pronunció contra el cierre entendiendo
que “es una decisión que no contempla la importancia de que
el Estado posea medios públicos”.
El escrito fue más allá y criticó directamente al
jefe de gobierno: “Macri miente cuando afirma que el canal gasta
14 millones de pesos anuales” y cuando alega que “es una ‘quintita’
para dar trabajo a los amigos”.
“El canal es un espacio estatal que cuenta con trabajadores precarizados
(como todo el Gobierno de la Ciudad). No sólo no debe ser cerrado,
sino que además, debe ser regularizada la situación laboral
de los trabajadores que están bajo contrato, a pesar de formar
parte de la planta estable del canal. Es necesario encarar políticas
serias de comunicación, construyendo un Estado que proteja el derecho
de todos los ciudadanos a comunicar sus ideas”, concluyó.
Para la Asociación Argentina de Actores, “medir la eficacia
de una actividad cultural, que debe proveer el estado, con parámetros
propios de la actividad empresarial privada, es de un riesgo impredecible,
y nos pone a las puertas de que se vuelvan a tratar estos temas con la
frivolidad propia de los años 90 que creíamos desterrada”.
“No aceptamos las falsas opciones Salud o Cultura: exigimos Salud
y Cultura”, agregaron en referencia a los dichos del propio Macri,
quien explicó que con el dinero destinado a la señal abrirá,
a cambio, salas de salud de atención primaria.
Las adhesiones quedaron plasmadas en una reciente jornada convocada por
los trabajadores del canal en defensa por la continuidad. Allí
se reunieron más 8.650 firmas, con el apoyo de agrupaciones políticas,
gremiales y de la cultura.
Por su parte, los diputados Elvio Vitali (bloque Frente para la Victoria)
y Facundo Di Filippo (Coalición Cívica), presidente y vicepresidente
segundo, respectivamente, de la Comisión de Comunicación
Social presentaron un proyecto de declaración a través del
cual la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires manifiesta
su preocupación.
Según los autores, la argumentación esgrimida por representantes
del PRO, “está atravesada exclusivamente por criterios de
índole financiera, y en ella subyace como único método
para evaluar el éxito o el fracaso de las políticas públicas
el resultado que arroja la relación costo-beneficio”.
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