La exposición de Córdoba también tuvo su backstage. En medio de un clima de gran camaradería los expositores vivieron intensamente el antes, durante y después del evento. Gestos que deben ser apreciados en su verdadera dimensión tratándose de activos hombres de negocios abocados a la difícil tarea de vender equipamiento, hacer relaciones públicas, armar y desarmar stands.
En ropa de fagina, vimos levantar pesados transmisores, elevar carteles, conectar consolas y embalar cuidadosamente elementos costosos. Eso sí, siempre hubo anciedad. Tanto en los preparativos de la inauguración, como una vez que se cerró la muestra. Entonces, reinaba el deseo por volver a casa.