Algo sobre la vuelta de los concursos

En las puertas del inicio de los concursos para la adjudicación de licencias de FM es bueno barajar algunos conceptos que pueden ilustrar a un número importante de aspirantes a radiodifusores, que hoy afrontan por primera vez el dificil ejercicio de concursar por una licencia.

Desde aquel lejano 13 de abril de 1984 en que el Poder Ejecutivo Nacional dictó el decreto Nº1151, suspendiendo la aplicación del Plan Nacional de Radiodifusión, con excepción de la transferencia a manos de emisoras de radio y televisión llevada a cabo posteriormente la renovación de alguna licencia fenecida de emisoras ya en operación, se rompió el ejercicio regular del derecho de acceder a nuevas licencias y nació el problema de las FM al que -por qué no decirlo- la cuestión se extendió a las AM y televisoras de baja potencia.

Cuando hace 10 años se dictó el Decreto 1357/89, todos pensaron que la solución había llegado pero como se sabe no es así.

Por 15 largos años o más, las nuevas generaciones de radiodifusores no tuvieron oportunidad de acceder a la licencia para los medios que operaban.

Durante ese largo tiempo asistieron a licitaciones y concursos que cambiaron totalmente al país. Ferrocarriles, Gas, Combustibles, Teléfonos, Correos, Obras Sanitarias, Bancos, Aerolíneas Argentinas, Energía y todo servicio público pasaron a manos privadas.

Eran cuestiones de gran envergadura y se hablaba de licitaciones y concursos muy sesudamente con términos muy técnicos o pseudotécnicos que muchas veces costaba interpretar, porque se mezclaba todo en la rapidez con que se sucedían los acontecimientos.

En casos se salió a flote, y en otros, así nos fue.

Seguramente el lector querrá conocer el por qué de esta introducción.

Pues bien, no debe olvidarse que los próximos concursos son de carácter masivo y que alcanzan hasta los más recónditos lugares del país, lo cual los constituyen en algo único. Jamás se realizó un concurso de tan grande dimensión que incluye a tantas ciudades y localidades como este. Además no debe olvidarse que el acto ofrece variadas frecuencias y potencias.

Las cosas por su nombre

Por consiguiente, y en primer lugar, nada mejor que conocer las acepciones de los términos de licitación y concurso a fin de aventar algunas dudas que son moneda corriente.

Según el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano:

LICITAR: es poner precio a alguna cosa que se vende en pública subasta o pujar la cantidad ofrecida por otros.

CONCURSO: oposición que por medios científicos, artísticos o literarios, o alegando méritos, se hace a prebendas, cátedras, premios, etc.

Como se ve, la distinción básica consiste que para las licitaciones prima la oferta pecuniaria o de bienes o el valor o resultado económico de la oferta, mientras que en los concursos este aspecto está ausente o no prevalece, siendo un aspecto contingente en el todo de la oferta.

Los pliegos aprobados por la Resolución Nº16 COMFER/99 determinan que las propuestas deberán presentarse en tres carpetas:

a) Personal y patrimonial, b) cultural y c) técnica.

La única forma posible de concursar exitosamente es presentar la documentación en la forma exigida, sin omitir el más mínimo detalle, y si es posible, mejorando los requerimientos establecidos, aunque en algún futuro parezcan reiterativos.

En las situaciones en que existen más de una propuesta para determinada localización, frecuencia el cotejo del contenido de esas carpetas será prácticamente definitorio, de ahí que resulta imprescindible prepararse cuidadosamente, asesorarse debidamente y por sobre todo no tomar actitudes quijotescas creyendo saber todo.

A esta altura del proceso, cualquier error u omisión puede ser lapidario.

Momento crucial

Los concursos tienen por finalidad el análisis y cotejo de la documentación que se presente, para eso han llegado y es el momento crucial de obtener o no una licencia. De la decisión, firmeza y acierto de cada interesado depende.

En estas circunstancias nadie se puede permitir vacilaciones.