La Santa Casa de Ejercicios Espirituales de la ciudad de Buenos Aires fue sede de la reunión regional de ARCA (Asociación de Radiodifusores Católicos Argentinos), que se llevó a cabo los días 22 y 23 de octubre. Desde Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos viajaron responsables de emisoras, productores, y profesionales que con el auspicio de la Comisión Episcopal de Comunicación Social, el DEPLAI (Departamento de laicos de la CEA) y la propia ARCA trabajaron arduamente para desarrollar -entre otras cosas- una organización dedicada a una planificación estratégica de marketing y de un departamento de desarrollo. Además continuaron el trabajo iniciado en el último Congreso de Comunicadores Sociales realizado en Rosario, en el que los participantes instaron a crear una "red solidaria de comunicadores sociales y de medios".
Por otro lado, se debatió sobre la situación de las radios católicas y se avanzó en la participación de los comunicadores en la entidad encabezada por el padre Osvaldo Bufarini.
La Santa Casa de Ejercicios fue el lugar geográfico donde nació ARCA hace más de siete años. Alrededor de sesenta radiodifusores -después de mucho luchar en forma particular- decidieron unir sus esfuerzos para compartir en una forma más organizada un destino difícil y novedoso que la Iglesia Argentina recién comenzaba a descubrir.
Curiosamente, la mayoría de las asociaciones de radiodifusión -por no decir todas- surgieron en situaciones críticas para las radios y la participación siempre fue directamente proporcional a los problemas que cada emisora sufría. ARCA no fue ninguna excepción. Nació en medio de una crisis y en la medida que resolvía los problemas de cada uno de sus socios se apreciaba una disminución en la participación que luego volvía a incrementarse si retornaba el clima de incertidumbre.
No obstante, una de las claves del crecimiento de la asociación que nos ocupa fue dejar bien definidas sus competencias y la forma democrática de participación a través de su estatuto, innovador en el marco de las instituciones ligadas a la Iglesia.
Pero no todo lo que reluce es oro, dice el refrán. Toda institución atraviesa por etapas en el devenir de su desarrollo, algunas más o menos buenas y otras terriblemente críticas.
No es de extrañar, por lo tanto, que la relación con la jerarquía eclesiástica haya tenido movimientos pendulares. Muchas veces los obispos; responsables últimos de la utilización de las frecuencias, no afrontaron con responsabilidad su función administradora y ante el temor de un juicio laboral o inclusive por miedo a la tecnología, han perdido y cedido valiosos espacios para la evangelización a través de frecuencias radioeléctricas.
Salvando las distancias con el texto evangélico, la siguiente redacción es responsabilidad de quien firma la nota y toda coincidencia es mera casualidad.
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Un hombre, proveniente de una familia noble, se fue a un país lejano para volver después. Llamó a diez de sus servidores, les entregó una radio a cada uno y les dijo:
- Utilicen esa frecuencia hasta que vuelva.
Un día regresó y mandó, pues, llamar a aquellos servidores a quienes les había entregado la frecuencia, para ver cuánto había hecho cada uno. Se presentó el primero: - Señor, tu frecuencia ha producido quince más, dijo un curita con canto cordobés que había dedicado su emisora a la Virgen María.
- Está bien, servidor bueno. Ya que fuiste fiel en cosas muy pequeñas, ahora te confío la dirección de una cadena de radios, afirmó el hombre noble.
Vino el segundo y le dijo: - Señor, tu radio ha crecido y se ha extendido en territorio y aumentó su audiencia. El hombre le contestó: - Tú también dirigirás mis frecuencias.
Justito allí llegó el tercero, un obispo apasionado por lo mediático pero que no supo mantener sus propios medios diocesanos y dijo: - Señor, aquí tienes tu radio. La he mantenido cerrada con todo el equipo adentro, porque tuve miedo de ti. Yo sé que eres un hombre muy exigente: reclamas lo que no has depositado y cosechas lo que no has sembrado.
Le contestó el noble: - Por tus propias palabras te juzgo, servidor inútil. Si tú sabías que soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué no te esforzaste por esa radio que la llevo en el corazón? Así, a mi regreso la habría escuchado. Y dirigiéndose a los presentes, ordenó: - Quítenle la radio y dénsela al que tiene quince.
- Pero, señor -le contestaron sus servidores- ya tiene quince radios.
- Yo les digo que a todo el que produce se le dará más, pero al que no produce se le quitará lo que tiene.
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Mientras ARCA se esfuerza en su desarrollo y busca un nivel de jerarquía para sus radios, la Conferencia Episcopal Argentina elige la Comisión de Comunicación Social que la acompañará en el comienzo de siglo. De un siglo que los escritores de ciencia-ficción veían como un futuro lejano.
Cabe preguntarse: ¿La nueva Comisión de Comunicación Social recorrerá ese sendero en que tendrá que adaptar la pedagogía de la catequesis, la religiosidad popular, y la evangelización en los nuevos soportes de la comunicación moderna? Para muchos obispos este será un desafío en lo pastoral. Mientras, otros seguirán formando parte de la ciencia-ficción y seguirán viviendo el siglo XXI como en los comienzos del XX.
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Pablo Demkow