Equipos en la mira

Más estudios demuestran que los celulares pueden originar cáncer

Una investigación realizada en los Estados Unidos dio cuenta de las altas probabilidades de contraer tumores cerebrales. Por ahora no habría cura. Y los esfuerzos estarían puestos sólo en la prevención.

La tecnología y los avances de la ciencia dan en su mayoría buenas noticias, pero a veces se diluye la expectativa cuando aparece alguna como ésta: los teléfonos celulares podrían ser causantes de tumores cerebrales. Aunque todavía hay mucha confusión sobre el tema, los rumores se acrecientan cada vez que aparece una nueva demanda contra alguna empresa de telecomunicaciones, por considerar que el teléfono le ha causado un tumor cerebral y que la industria no le advirtió. Siete años después de estar al frente de un estudio que costó 25 millones de dólares y que pretendía determinar si los teléfonos celulares son dañinos o no para la salud, el doctor George Carlo, presidente del Health Risk Management de Washington D.C, publicó su libro “Cell Phones Invisible Hazards in the Wireless Age?” en el que revela su punto de vista y logra inquietar a más de un propietario de estos aparatos. Según el especialista, la radiación emitida por los teléfonos celulares causa daño genético en las células de la sangre humana. El deterioro que se produce no es causado por el recalentamiento de los tejidos, sino porque las células pierden la habilidad de reponer el DNA que se rompe. Cada día el cuerpo humano sufre millones de roturas de DNA, pero la razón por la que hoy se ve igual que ayer es porque el cuerpo es capaz de arreglar el DNA que se quiebra. Además del problema fundamental de genética, hay un riesgo en el incremento de un tipo extraño de tumores cerebrales que aparecen fuera de la cabeza, cerca de donde se pone la antena del celular. Estas apariciones estaban previstas para dentro de 20 o 30 años, pero verlas ahora son indicadores de un problema alarmante sobre todo si se lo compara con el cigarrillo: para conocer los efectos de dicha adicción fueron necesarios 100 años y cuatro generaciones de gente fumando y así darse cuenta de que los cigarrillos producen cáncer de pulmón. Sólo pasaron diez años en el uso de celulares y ya hay pistas medianamente concretas de los perjuicios que ocasiona su uso, lo que puede ser interpretado como un dato para preocuparse o una gran oportunidad de prevenir serios problemas de salud. Todas estas conclusiones surgieron de un estudio que el Dr. Carlo realizó para la empresa Cellular Telecommunications Industry Association (CTIA, portavoz de la industria inalámbrica y encargada de negociar con entes gubernamentales). En 1993, se plantearon dudas acerca del cáncer cerebral que podían causar los teléfonos celulares. La industria, en aquella ocasión, dijo que había miles de estudios que probaban que los celulares eran seguros y en realidad –explica el médico- no había ningún tipo de información. Por este motivo, en el Congreso de Estados Unidos se celebraron sesiones especiales donde se demostró que no había ningún tipo de investigación para saber la peligrosidad de los celulares y concluyeron que, sin información, no podían ser capaces de tomar una decisión sobre la seguridad de los aparatos. Entonces la industria decidió invertir entre 15 y 20 millones con el compromiso de realizar el estudio durante 3 o 4 años y recién después de ese plazo regular sobre la cuestión. Carlo reconoce que estaban en un período de supervisión del mercado con 15 millones de consumidores que ya usaban teléfono celular y que había que ver si tenían problemas. Sin dinero no hay estudio Hoy el doctor ya no está a cargo del estudio que contaba con la supervisión de la prestigiosa Universidad de Harvard ni el programa continúa su marcha. Las explicaciones del porqué son un tanto turbias. Según manifiesta el facultativo, él recomendó hacer un comunicado con los resultados obtenidos para que el consumidor supiera a qué atenerse y esté bien informado de todo lo que habían encontrado en el estudio. Pero hubo un desacuerdo con la CTIA en cuanto a lo que se decía sobre la ciencia empleada: ellos habrían querido mantener la idea de que no había ningún problema y cortaron el suministro de dinero. El médico reconoce que se le han acercado muchos grupos de consumidores como The Electromagnetic Alliance y The Consumer Alliance y gente privada con mucho dinero que quieren ayudar porque sienten que se están haciendo mal las cosas y que necesita ser arreglado. Pero la decisión de continuar o no se tomará en los próximos meses. Qué hacer y qué no hacer. Recomendaciones al consumidor: -Mantener la antena siempre alejada de la cabeza, utilizando aparatos que se conectan al celular y se colocan en la oreja. -Si al usuario no le es posible conseguir uno de estos aparatos, el investigador recomienda tener la antena siempre extendida en su totalidad, ya que la radiación más potente proviene de la mitad de la antena en adelante. -Cuando la antena está completamente guardada el teléfono entero funciona como antena incrementando el nivel de radiación que emite, la cual es esparcida por la cabeza, la mandíbula y la mano. -Los niños menores de 10 no deberían utilizar teléfonos celulares y para los mayores es más recomendable el beeper, porque estos no están en contacto directo con la cabeza y se pueden usar alejados del cuerpo. -Cuando la señal es baja, recomienda no utilizar el teléfono hasta que ésta gane fuerza, porque cuanto mayor es el esfuerzo, la emisión de radiación aumenta.