El editorial del número anterior de R&TA proponía iniciar con la mayor inmediatez posible una amplia discusión que permitiera, por fin, alumbrar una nueva Ley de Radiodifusión. Aquellas líneas proponían, en resumidas cuentas, “todos a discutir”, convencidos que la discusión serviría para mejorar el espíritu de lo que dirá, finalmente, la letra de la ley. Afortunadamente, la discusión ya comenzó. Sacudidos como estamos los argentinos por la gravísima crisis económica, la noticia pasa inadvertida. Pero aunque no sea tapa de los diarios, ocurre, pasa. Digámoslo claramente: está pasando algo bueno en la Argentina. En las páginas de este número el lector encontrará amplísima información sobre las audiencias públicas que se vienen desarrollando y el ciclo de cuatro viernes de julio organizados por esta publicación en Rosario. Como conclusión de la lectura de todo ese material, se podrá afirmar, sin temor a equivocaciones, que hay una luz al final del túnel. Porque pese a que cada sector intenta arrastrar la mayor cantidad de agua para su molino, empiezan a aparecer consensos, puntos de vista comunes y soluciones a problemas complejos. Un editorial, lo saben nuestros lectores, fija la posición de un medio frente a un tema. R&TA no le escapa al bulto cuando de pronunciarse sobre una cuestión se trata. Pero la intención de estas líneas es dejar que fluyan algunos de los aspectos más relevantes de lo que hasta ahora se ha discutido. Esos conceptos son, en definitiva, una opinión en sí mismos. Por primera vez en mucho tiempo (acaso haya que decir “por única vez”), a la hora de hablar de radiodifusión se mencionan a los derechos humanos. Más aún, se toma como referencia un fallo de la CIDH para cimentar la discusión: “el bien jurídico protegido es la libertad de expresión y no el canal por el cual se exterioriza. Se reconoce que la libertad tiene dos dimensiones, una individual y otra social. La primera no se agota con el reconocimiento a hablar o escribir, sino que comprende además el derecho a usar cualquier medio apropiado para difundir el pensamiento y la información y hacerla llegar al mayor número de destinatarios”. Nunca antes en la Argentina, un debate partió de una base tan sólida y clara como el puñado de líneas que encierra la opinión de la CIDH. En las audiencias públicas están participando, los legisladores nacionales de sus ponencias, R&TA quiere destacar un par de frases de Brandoni: “esta ley no se hizo en contra de nadie”, sostuvo el actor -y esa afirmación lo obliga a respetar la palabra empeñada- y además propuso: “escuchemos también a quienes son los fundamentales destinatarios de este proyecto que pretende normar la actividad de las radios y la TV argentina. Me gustaría escuchar al público”. Pese a lo simple del razonamiento, esa proposición fue de lo más coherente que se escuchó en las audiencias públicas. También merece especial antención la La luz al final del túneldisertación de Alberto Acosta, de Azul TV, el punto sobre el que puso el dedo en la llaga es en cuanto a una discusión semántica que va camino a transformarse en dialéctiva: ¿producción nacional o producción local?. “Este proyecto exigirá a las emisoras una producción del 51% nacional, que entendemos beneficia pura y exclusivamente a Capital Federal y a todas sus productoras, actores y técnicos. También hace referencia a dos horas diarias de producción. La cuestión es ¿Dos horas de producción propia o producción local?” En el número anterior, R&TA exhortó a iniciar la discusión, y la discusión ha comenzado. Bienvenida sea. En este número, advierte sobre el contenido de la discusión, especialmente sobre la necesidad de resguardar tres aspectos básicos: la manutención y creación de nuevas fuentes de trabajo; la pluralidad de contenidos pensando esencialmente en el público y en sus “derechos humanos” a la información; y la competencia leal e igualitaria, donde los peces grandes no sigan depredando a los chicos.