Editorial

Que el nuevo poder de los medios no
los vuelva a convertir en impunes

Tenemos el desafío de vivir en una sociedad pluralista sin perder nuestra identidad y esta problemática se pone de manifiesto con más intensidad cuando los medios sólo quieren imponer su necesidad. Porque ellos son el lugar de más fuerte exposición cultural y de penetración, donde todo lo que se ve se cree y lo que se escucha es palabra santa. Esto debe cambiar. Los argentinos aprendimos en estos tiempos, sobretodo en las manifestaciones callejeras, que las cosas se pueden ver, ocultar, callar o difundir de acuerdo a como le parezca o convenga al dueño de la cámara o el microfono, quien pretende apropiarse de los sentimientos, pensamientos, ideas y propuestas demostrando así su poderío y pudiendo negociar con el poder de turno. Una sola es la manera de licuar ese poder de unos pocos: siendo pluralistas también en los medios de comunicación. Justicia tiene que ser una sola. Ciega, apelable, pero no manejable. Si las sanciones son meros hechos burocraticos, el poder de los grandes medios es mayor por sentirse impunes. Los medios de comunicación son poderosos instrumentos para la actividad comercial y el enriquecimiento cultural, para la participación política y la educación, para el diálogo y la comprensión intercultural; con todo ese poder sobre las masas es peligroso dejarlo en manos de unos pocos. La televisión es el de mayor penetracion y, en muchos aspectos, el más poderoso de la serie de medios electrónicos que durante los últimos cien años ha eliminado muy lentamente el tiempo y el espacio como obstáculos para la comunicación entre los países, las razas y los credos. Las consecuencias para las personas, para las naciones y para el mundo son enormes, buenas o malas. El bien común internacional, la virtud de la solidaridad, la revolución en los medios de comunicación, la tecnología de la información son importantes para el proceso de globalización. Si tememos esto como base, si la educación y la cultura prevalecen en la radiodifusión argentina, lograremos una sociedad mejor en un país mejor. Estamos viviendo todas las crisis juntas: política, social, cultural y económica. No obstante, quienes tienen el timón en la tormenta deben poner toda su energía cuando nos marcan el rumbo para que nadie se haga el distraído y saque ventajas sobre quienes se empeñan por hacer bien, el pequeño trabajo que les toca para que todos podamos salir adelante. Si el barco se hunde, quien tenga más oro en los bolsillos, más rápido llegara al fondo.

Ruben S. Rodriguez
Editor
ruben@rt-a.com