Editorial :: edición N° 82 :: junio de 2003 |
Un peligro que florece
Los argentinos estamos sorprendidos. Y esta vez, a diferencia de la mayoría de las anteriores, la sorpresa es grata. La dinámica que el nuevo presidente Néstor Kirchner le imprimió a su gestión parece demostrar que no era tan difícil gobernar al lado de la gente. Kirchner está haciendo lo que la enorme mayoría de la sociedad le reclamaba. Esto es atacar los focos de corrupción y el poder precámbrico que vacían de contenido la democracia y obstaculizan el desarrollo del país como tal. No trepidó en meter mano en las fuerzas armadas para desterrar de allí todo vestigio de pasado emparentado con la última dictadura; atacó a fondo a la Corte Suprema de Justicia que no ofrece a los “justiciables” certezas de ecuanimidad; emprendió la ofensiva contra la enorme caja negra del PAMI que llena bolsillos de dirigentes y deja sin atención médica digna a nuestros ancianos; puso un límite a la voracidad de las concesionarias de servicios públicos privatizados; y privilegió al Mercosur antes que al ALCA. Allí donde hay un problema, el Gobierno busca una solución. Pero ¿advertirá el Gobierno todos los problemas que debe resolver? ¿Comprenderá que la radiodifusión es uno de los principales problemas, porque de su mano pueden llegar las soluciones culturales para cambiar la mentalidad de una sociedad que padece un atascamiento de años y años de ‘sálvese quien pueda’? Tal vez, los argentinos estemos frente a la oportunidad histórica de escribir un nuevo capítulo en el grueso y contradictorio libro de la radiodifusión. Decimos “tal vez”, porque si se repasan ediciones anteriores de R&TA, se verá que una expectativa similar nos ilusionó hace menos de cuatro años cuando el gobierno de la Alianza desembarcó en la Casa Rosada y prometió una nueva ley de Radiodifusión, del siglo XXI y no del XIX. Pero aquella ilusión se desvaneció rápidamente. Lo cierto es que Fernando de la Rúa jamás hubiera hecho -ni aún cuando hubiera dispuesto de 50 años en la presidencia- lo que Kirchner hizo en menos de un mes. Aquellos funcionarios del área de la radiodifusión argentina que llegaron con la Alianza parecían mejor preparados que los anteriores para llevar adelante una reforma democrática y plural en materia de comunicación. Sólo faltó decisión política y coraje para concretarla. Si algo parece caracterizar a Kirchner es, precisamente, la decisión política de avanzar. ¿Comprenderá que no hay más tiempo para esperar? ¿Entenderá que aunque parezca un tema menor frente a la corporación militar, las asociaciones ilícitas que gobiernan el PAMI o las añejas fidelidades políticas que persisten en la Corte, la radiodifusión es tal vez el tema de mayor relevancia de los que se insinúan en el corto plazo? ¿Podrá Kirchner con los poderes que frenaron hasta hoy la sanción de una nueva ley de radiodifusión? La semilla de una nueva ley está instalada como una necesidad en la enorme mayoría de los argentinos, pero una porción minoritaria (y poderosa) ve ese reclamo como “un peligro que florece”. Acostumbrados a manejar la opinión pública a su antojo, a provocar hechos y asignarles una importancia que no tienen para ocultar otros que sí la tienen, pero que no les convienen a sus intereses, parecen asustados. Y su lema sigue siendo miente, miente que algo queda . El nuevo gobierno tiene la obligación moral de librar también esta batalla. Una obligación que crece a la luz de las expectativas que el mismo ha generado. Hoy, los argentinos sabemos que nada podíamos esperar de De la Rúa, y nada bueno podía surgir de los anteriores. El nuevo gobierno produjo hechos y alienta una esperanza. Si nos necesita, allí estaremos para empujarlo, para sostenerlo. Para mantener. Para que, si esta vez toca perder, sea con las botas puestas. Ya no por la traición de un comandante o un mariscal de campo
Ruben S. Rodriguez | Editor ruben@rt-a.com