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El Puercoespín

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Opinion

El Puercoespín

Dr. Horacio Felipe Martinelli*

“Un frío día de invierno, un grupo de puerco espines se apiñaron para no congelarse, calentándose con su mutuo calor. Pero pronto empezaron a sentir los pinchazos de las púas de unos contra otros, de modo que se separaron nuevamente. Ahora bien, cuando la necesidad de calor los hizo aproximarse otra vez, se repitió el problema de las púas, y así los animales oscilaban sin cesar entre dos males, hasta que descubrieron la distancia óptima que les permitía tolerarse unos a otros”. Arthur Schopenhauer

Las empresas titulares de licencias de radiodifusión brindan servicios que la ley califica como de interés público, y son percibidos por los ciudadanos como satisfactorios del bienestar general. Si esto es así, para aumentar el bienestar general, el Gobierno, que tiene a su cargo la administración y control de dichos servicios, debería incentivar el nivel de competidores en la prestación del mismo hasta el máximo nivel que permita la demanda.
Sin embargo, durante todos estos años, desde el organismo de regulación, se sostuvo que resultan inconvenientes muchos prestadores de radio, televisión y servicios complementarios, generando largos períodos durante los que sólo actuaron un reducido número de competidores en el mercado, particularmente en las ciudades del interior del país.
La mayoría de las capitales de provincias y otras ciudades importantes, tuvieron un único canal de TV y media docena de radios, y la razón no fue que se requiriese un tremendo esfuerzo de inversión para instalar nuevas emisoras de radiodifusión, sino simplemente que la política nacional restringió el mercado, al no llamar a nuevos concursos para adjudicar licencias.
Desde la segunda presidencia de Juan Domingo Perón, hasta fines de los años 80, se consideró conveniente que existieran pocas empresas privadas en esta actividad, generando como consecuencia una fuerte tendencia del mercado hacia los oligopolios. Las emisoras eran pocas y funcionaban dentro de un marco regulatorio que aseguraba el poder de control en manos del Gobierno, que se ocupó de controlar por esta vía los contenidos emitidos.
No obstante, en los últimos años de la dictadura, fueron muchos los ciudadanos que resolvieron hacer oír su voz desde las emisoras clandestinas; así nacieron las radios alternativas, que fueron voz para tantos que no podían expresarse.
Cuando llegó la democracia, una sucesión de errores y un escenario político enrarecido, desató el desorden, y desde entonces el espectro radioeléctrico es un caos, en el que conviven Tirios y Troyanos, con el consiguiente deterioro en los niveles de calidad de los servicios.
Los licenciatarios ya no murmuran, claman a los gritos el cumplimiento de los contratos, acusan al Poder Ejecutivo de incumplir las reglas que rigieron los concursos públicos y la adjudicación de sus licencias; la inseguridad jurídica no sólo genera cuantiosas perdidas, aleja a los clientes y a los anunciantes, pone en crisis todo el sistema y frustra el futuro desarrollo.
En este marco, la radiodifusión está estancada, la mayoría de los empresarios se cansaron de reclamar sin obtener respuesta mientras sus emisoras casi no pueden escucharse por la interacción de otras o por el aumento de la potencia que irradian los interferidos. Mientras esto ocurre se hacen encuestas, se proyectan normas, se hacen estudios, pero no se encuentra la solución pese a que transcurrieron casi quince años.
La experiencia de aquellas naciones con una radiodifusión aceptable, basan la calidad del servicio que se le prestan a la comunicad, en la precisión de las normas regulatorias y sobre todo en el rigor de los organismos independientes de control. El gobierno en nada influye en los funcionarios, sólo respeta y hace respetar sus decisiones.
Los argentinos ilusionados con una industria en crecimiento que brinde más y mejores servicios, y pese a que no logramos aún la sanción de una nueva ley de radiodifusión que reemplace a la vigente que rige hace más de 20 años, ¿podremos lograr que verdaderos profesionales, que decentes técnicos dirijan los organismos de contralor?. El país necesita resolver este enredo, ¿el Gobierno quiere hacerlo?

*Especialista en radiodifusión
hfmlaw@hotmail.com

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